A veces la Vida te falla.
Estás a oscuras y nada entiendes. A veces necesitas alguien que te abrace… y estás solo.A veces sientes que no tienes ganas, o que no puedes con lo que te toca…
Pero siente… suavemente siente… Muy adentro tuyo, tal vez acurrucado junto a tu corazón está: eres el León, eres Tú mismo, eres el niño que se prometió felicidad. Eres tu Verdad.
Shhh! Calla. No llores, no sufras, recuerda del Principito: “Si me domesticas, mi vida se llenará de Sol. Si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo... Hay que ser muy paciente. Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte más cerca… Los hombres han olvidado esta verdad, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.”
Ahora observa: no estás solo. Estás contigo mismo y eres un luminoso León. Corres libre por la pradera de tu alma. Todo lo que debes hacer es domesticarlo con amor.
Canta, abrázate, abraza a ese dulce león, mira el sol, y sé tú mismo.
¿Ves? Todo está bien. Ahora estás completo. Y cuando vayas a la fuente a tomar agua, no te asustes, el reflejo del magnífico león que ves, eres Tú. Disfrútalo. Y no olvides: has venido a la vida a ser feliz, y el Universo te ama y te cuida como si fueras la única criatura que existe.
Además, todos necesitamos para vivir, respirar tu alegría.