Tarot
Un camino hacia la luz
Podemos Iluminar el camino desde el Tarot
La sombra en nosotros, es un mundo oculto, rico y misterioso que me habita, que me niego a ver y descarto por miedo a que los demás (y principalmente yo mismo) vea. Entonces, sabiendo "quién soy" deje de quererme y haga que los demás no me quieran. La sombra me dice que no puedo aceptarme entero: bueno y malo, luz y sombra ... entonces me resigno a un yo parcial y dividido, a un yo que tiene temor de verse a sí mismo y conocerse.
El Tarot no es adivinación: en cada momento que lo consultamos es quien nos da un tiempo para reflexionar, de mirarse al espejo y reconocerse: “Espejito, espejito: ¿quién es la más bella del reino? … Es que la fea no puede reinar? Tal vez la única manera de reinar, es siendo lo que somos, enteros.
El camino hacia la iluminación de la sombra (Honestidad) debe ser hecho a través de la observación y la instrospección, el análisis de los sueños, la meditación y la mediación de un tercero que nos ayude a vernos desde otro lugar.
A veces sentimos que la intervención de esta persona nos hace vulnerables y vamos hacia la resistencia: perdemos confianza, abandonamos el camino elegido, nos enfermamos o nos suceden eventos inesperados. Nos sentimos amenazados y vulnerables estando abiertos y expuestos, en oposición a la seguridad de permanecer cerrados. Cuando nuestros “demonios” logran ser iluminados e integrados, nos proporcionan fuerza y confianza para arriesgarnos a abrir nuestros sentimientos y comenzamos la maravillosa tarea de conocernos.
El estudio de Tarot nos ayuda en esta senda.
En el Tarot, los Arcanos La Fuerza y El Ermitaño son los primeros iluminadores de la sombra. Nos enseñan que todas nuestras partes pueden ser aceptadas, para que emerjan a la conciencia.
Quien estudia o se lee el Tarot se permite saborear la fuerza física retenida en la coraza muscular escondida en nuestro “animal de poder” y el poder de su negatividad cuando nos ocultamos. Abre así percepción, control y confianza para que la energía alcance el cuerpo, la mente y el espíritu.
El rigor ha tejido la madeja
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura
El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas esta Dios, que acecha
A veces sentimos que la intervención de esta persona nos hace vulnerables y vamos hacia la resistencia: perdemos confianza, abandonamos el camino elegido, nos enfermamos o nos suceden eventos inesperados. Nos sentimos amenazados y vulnerables estando abiertos y expuestos, en oposición a la seguridad de permanecer cerrados. Cuando nuestros “demonios” logran ser iluminados e integrados, nos proporcionan fuerza y confianza para arriesgarnos a abrir nuestros sentimientos y comenzamos la maravillosa tarea de conocernos.
El estudio de Tarot nos ayuda en esta senda.
En el Tarot, los Arcanos La Fuerza y El Ermitaño son los primeros iluminadores de la sombra. Nos enseñan que todas nuestras partes pueden ser aceptadas, para que emerjan a la conciencia.
Quien estudia o se lee el Tarot se permite saborear la fuerza física retenida en la coraza muscular escondida en nuestro “animal de poder” y el poder de su negatividad cuando nos ocultamos. Abre así percepción, control y confianza para que la energía alcance el cuerpo, la mente y el espíritu.
El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa.
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa.
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida
El rigor ha tejido la madeja
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura
El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas esta Dios, que acecha
J. L. Borges
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