25 nov 2010

ARCANOS MAYORES: El Loco, nuestro héroe interior, en momentos de crisis (por Maria)

El loco y nuestro héroe interior en tiempos de crisis
Un toque de locura vale más
que una triste neurosis.

Lacan, 1980
A menudo sentimos que “la realidad nos sobrepasa”. Estamos rodeados de noticias de crisis, enfermedades, calamidades, inseguridad… y ante  este negro panorama tímidamente susurramos nuestros propios problemas: económicos, de salud, pareja, hijos, etc.
Pero: es la REALIDAD la que nos trasmiten? Es nuestra realidad una carga tan pesada de llevar? Podemos verlo desde un punto de vista constructivo: todos somos héroes.  El héroe en la mitología era hijo de un Dios y de un mortal, y tenía una misión en la vida, una misión heroica: trascenderse. Nosotros, como seres que compartimos una parte física y una espiritual o divina, somos héroes por nacimiento y tenemos una misión: ser nosotros mismos, aprender todo lo que podamos en nuestras circunstancias, ser felices. Muchas disciplinas nos enseñan este camino: lo vemos en los mitos, en los cuentos de hadas, en la astrología, en el tarot. Y cada una nos enseña en su lenguaje, claves fundamentales para ponernos en marcha en este camino heroico, que nos permite ver la vida como una gran aventura y un gran aprendizaje.
Analizado a través del tarot, que más allá de uso adivinatorio es un libro de sabiduría que comprende todas las disciplinas, el camino comienza con el arcano “El Loco”. El Loco es la chispa primitiva, la primera fuerza, la curiosidad y el anhelo de explorar y experimentar. Lo rige el planeta Urano, un planeta de aire, que nos posibilita la libertad de pensamiento, el poder ver sin temor y sin prejuicios, con INOCENCIA.
Cómo podemos aplicar esto a nuestra vida diaria? En primer lugar rescatando el espíritu de aventura, de alegría y de juego que alguna vez tuvimos. El hecho de que haya crisis, enfermedades y peligros, no puede apagar esta chispa, porque aquello es, solamente, una parte de la realidad y nosotros somos toda nuestra posibilidad. Hemos venido al mundo a aprender y a cumplir una misión. Podemos hacerlo con miedos, llenos de pensamientos pesimistas, pensando que a cada momento algo terrible puede sucedernos? Simplemente, empecemos a vivir este día. Pongamos en nuestro horario un momento para jugar, reír, pintar, pasear, contemplar un paisaje, ser felices y asombrarnos. Hagamos una lista de las cosas terribles que ocurrieron en nuestra vida, y al lado, la enseñanza o el cambio que  cada una nos trajo. Comprendamos que no es lo mismo vivir un problema sumidos en el dolor y la desesperación, que tratar de verlo pensando: qué puedo aprender de esta experiencia? Cuando esto pase, sabré mucho más y seré más fuerte. El Loco nos llama a que pensemos también en todas las “aventuras, travesuras, locuras, genialidades” en nuestra vida. Cómo nos sentimos en esos momentos? Seguro que NOSOTROS MISMOS.

El Loco es el primer paso en el camino del héroe, porque es el héroe mismo que ha decidido pasar todas las experiencias para reencontrarse en un plano superior. Démonos un momento en el día para ser El Loco, pongamos manos a la obra para empezar a descubrir la clave del camino. Aliviemos las cargas y problemas de tal manera que entren en un solo “hatillo” como el que él lleva. Así habremos dado el primer paso para ayudarnos a encontrar el héroe que llevamos dentro.
Contactémonos con nuestro "niño interior", nuestro inocente, nuestro Loco y recordemos cómo, a través de la risa, el juego, el tiempo libre, la ausencia de prejuicios, hasta los problemas más duros de la infancia o de la adolescencia, podían sublimarse. Fíjate en los detalles más ínfimos de belleza que te regala la naturaleza. Hacé algo que tenías muchas ganas de hacer, y antes no te animabas.
¿Qué te sugiere la palabra Loco? ¿Qué aspectos de Locura puedes aceptar de tí mismo? ¿Puedes jugar, ensuciarte, reírte, experimentar, andar descalzo, relacionarte con los demás sin miedos ni prejuicios? Permítete ser El Loco por un momento... deja los miedos a un lado...y disfruta el Camino.

24 nov 2010

¿ Dar o recibir? por María

¿Dar o recibir?
El momento de prescindir del ego


La vida es un intercambio permanente. El dar y el recibir es tan natural como respirar, como el latir del corazón...
Pero no siempre es bueno dar... o siempre recibir





Los seis marcan en general un punto de equilibrio y encuentro con el Sí Mismo por pertenecer en la Kabbalah a Tipheret. Después del conflicto al que nos enfrentan los cinco por la pérdida de lo amado, el seis aparece como un espacio para la individualidad en su punto más alto. El Seis de Varas y el Seis de Copas muestran, indudablemente, ese punto. Pero el Seis de Pentáculos o de Oros, si se observa con atención, muestra un enigma para su completamiento.
En primer lugar podríamos preguntarnos cuando lo vemos: ¿Quién soy yo?, puesto que en la figura aparecen tres personas. Y desde aquí podemos comenzar a verlo desde diferentes vertientes: ¿son estas tres personas partes mías? O ¿me muestran en interacción profunda con otros?. Sea cual fuere el caso… ¿En qué rol estoy yo respecto de la imagen que veo?

Tratemos de descifrarla comenzando con el paisaje. Un cielo dorado – violáceo nos introduce en el aspecto de la sabiduría, nos está mostrando su importancia en el devenir de este Arcano. Las figuras se encuentran sobre un suelo trabajado por el hombre, es decir que el elemento Tierra de la carta nos conecta con lo social.
¿Quién es el personaje central? Después de la ceguera psíquica y el dolor de darse cuenta de lo que nunca se tuvo (el cinco de  Oros) se ha hecho el día:  los Pentáculos se han liberado de su prisión, y el guía que llevaba al Héroe por un sendero de sufrimiento, se ha convertido en un gran Señor, tal vez la imagen del Sí Mismo. En su mano derecha sostiene una balanza, es decir que por el momento, su actuar es profundamente pensado y equilibrado. De su mano izquierda, la de la sabiduría y la intuición, emergen siete monedas de oro, seguramente augurando el próximo arcano. El que las recibe, investido de una túnica dorada de sabiduría (que le ha costado mucho conseguir o que no es del todo propia de él por el zurcido que muestra), es el pobre niño del Arcano anterior, que se muestra ahora más crecido y que parece haber comprendido la lección del Cinco. Es por esto que recibe el próximo paso a seguir. 
El que está a la derecha, tiene a su costado las edificaciones del Carro, tal vez porque aún no se atrevió a salir del todo de su ambiente de protección y tiene aún por aprender. Su túnica el azul, símbolo del pensamiento activo, y está recibiendo lo que en este momento merece, aunque parece no haberse dado cuenta ya que extiende su mano y observa al dador. Pero queda aún encontrar la respuesta a la pregunta inicial: ¿Quién soy yo? Y la clave del “Éxito” (como la nombra Crowley) en esta carta será ser todos y cada uno de los personajes conservando la fluidez y el equilibrio. Entonces, frente a este Seis podremos preguntarnos:
¿Doy lo que quiero dar, y a quien corresponde? ¿Puedo dar sin hacer de ello un tema de poder? ¿Puedo sentirme humilde dando comprendiendo que soy sólo un vehículo de la abundancia del Universo? ¿Puedo decir no cuando lo siento así? ¿Puedo pedir ayuda y aceptarla? ¿Puedo dar o recibir sin sentirme obligado u obligar a otros a sentirse mis deudores? ¿Puedo comprender que tanto dar, como recibir, como perder, son solamente diferentes facetas de las que tenemos que aprender en la vida? ¿Aún cuando pierdo, puedo seguir adelante sin seguir “pegado” en la situación? ¿Tengo algún rol preferido respecto a la carta, y si es así, qué significa en mi vida perderlo?
Crowley tituló “´Éxito” al Seis de Oros, que tiene su correspondencia astrológica con la Luna en Tauro, es decir que la sensibilidad, la creatividad y la intuición serán partes importantes de este Éxito. Hay seis Discos (Oros) que pueden ser leídos en forma cruzada de la siguiente manera: Saturno – Luna; Venus – Marte; Júpiter – Mercurio y en el centro un mandala en forma de Rosa de Sabiduría. Los planetas se complementan con el que se enfrentan, y al formar un círculo nos dan la idea de una “Rueda” interna. Acción e impulso sin perder receptividad; sensibilidad sin caer en la sensiblería; rapidez y comunicación con gran profundidad. Para toda esta unión de opuestos, será muy importante aceptar las diversas posibilidades que nos va presentando la vida en cada momento. Tanto da ser Maestro, como ser discípulo, y qué Maestro sería aquel que nunca aceptó ser discípulo. Si no hubiera quien recibe, tampoco existiría el dador…
Seguramente podemos ver a través del Seis de Oros que el desap – ego es lo que nos permite vivir en calma y aprender de cada experiencia para llegar a reencontrarnos desde el lugar que nos toque.



Dice el Evangelio: “Dad y se les dará: una medida remecida, apretada, abundante pondrán en el halda de sus vestidos”. 


"Que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido como en comprender,
en ser amado, como amar...
Porque es dando como se recibe, 
olvidándose como se encuentra,
perdonando como se alcanza el perdón,
muriendo como se resucita a la Vida"


 Francisco de Asís...



19 nov 2010

Mantener el equilibrio interior (por Maria)

Tarde o temprano, todos pasamos momentos de crisis: económicas, espirituales, de pareja, existenciales, enfermedades... Cuando trabajamos en nuestro interior sabemos que cada crisis (corte) traerá una nueva enseñanza. Algo aprendemos de cada pérdida, dejando espacio para lo nuevo. El verdadero problema es el momento en que nos sentimos en medio de la tormenta, y no tenemos de dónde asirnos.
Desde el Tarot aprendemos que no hay nada absolutamente bueno ni absolutamente malo. Es el equilibrio que logramos a través de La Templanza (el Arte de perfeccionarnos) el que nos ayuda a quedarnos con la enseñanza positiva, que finalmente curará los daños. Ni la felicidad es eterna, ni es bueno aferrarse al dolor. La primera, si subsiste, nos llevará a la desidia, a la holgazanería interna y al miedo a perderla. El dolor nos hará amargados e inflexibles, creyéndonos superhéroes del sufrimiento.
Por eso, el Arte de crecer tiene su clave en el equilibrio y la verdadera Fuerza es la flexibilidad.
No podemos pretender hacernos sabios o perfectos en poco tiempo. El sendero de ascención dura toda la vida. Y cuando creemos serlo, seguramente caeremos en la "hybris": creyéndonos superiores (o superados), dejamos de aprender y de fluir, empezamos a ver que los demás no están a nuestra altura, y es ahí donde caemos.
Si buscamos el equilibrio, debemos aceptar el cambio y la mutación que nos lleva a la comprensión de nosotros mismos y de los otros. Si buscamos absolutos, probablemente alimentemos la sombra.

Sin receptividad y flexibilidad
la búsqueda de :

La excelencia          esconderá                         la soberbia
Honor y gloria                                                 la avaricia
El Poder                                                           la  crueldad
La Sabiduría                                                    la   curiosidad
La Inocencia                                                    la  estupidez
La Quietud                                                        la   pereza
La Singularidad                                            el   egoísmo
El Valor                                                        la    temeridad
Disfruta el camino, no te aferres a nada, confía en el proceso siendo minucioso observador de ti mismo. Absorbe el paisaje mientras transitas este camino con todos tus sentidos. Respira profundo.
" No renuncies a tus sueños. Recuerda que cuando no se consigue lo que se quiere, se sufre, y que cuando se consigue, también se sufre porque no puedes conservarlo para siempre. Tienes que rendirte ante lo que no tienes y nunca tendrás: el control. Acepta que no puedes controlar lo que te ha sucedido. Es el viaje el que aporta la felicidad, no el destino." de El Camino del Guerrero (película sobre la vida de Dan Millman)
                                                                         

15 nov 2010

Darse cuenta (por Maria)

La no violencia hacia sí
Comentario al artículo de la psicóloga transpersonal Virginia Gawel visto desde el Tarot
Quien mira hacia afuera sueña, quien mira hacia adentro, despierta
C Jung
Quienes estudiamos el Tarot profundamente, trabajamos desde el profundo respeto hacia el sí mismo y “la fuerza de la Verdad”. Sabemos por la experiencia que  nos brinda, que el error más grande que podemos tener es el no quererse a uno mismo, no conocerse en profundidad y respetarse.
Intentar querernos sin conocernos, es un imposible.  Es por eso que desde los Arcanos Mayores, que marcan los movimientos arquetípicos y energéticos, se siguen principios fundamentales: no existe la división entre el bien o lo bueno y el mal; el camino es permanente, por lo tanto, descubrimos nuestra Verdad paso a paso y en diferentes niveles de profundidad en las distintas etapas; no hay nada nuestro que no merezca verse, nada que ocultarnos, nada que no podamos sublimar, nada por qué castigarnos, nada que no pueda transformarse en aprendizaje. Desde El Loco hasta El Emperador, se vive la experiencia plena, sin límites, estamos en contacto con nuestra naturaleza divina y con ella, nada es imposible. Pero elegimos para nuestro aprendizaje estar en este mundo, en esta realidad. Para no olvidar que también desde aquí todo es posible y podemos tomar cada experiencia como un camino de perfección, El Hierofante como primer héroe, une estas dos naturalezas – divina y humana – en la verdadera posibilidad.
 Y así continuamos por el camino, pero no en forma lineal: permanentemente estamos unidos a todas nuestras dimensiones, hacemos el camino completo en diferentes planos. Lo que nos falta es hacerlo consciente. Por eso, La estrella nos muestra el placer de reconectarnos con nosotros mismos y en El Sol nos celebramos renacidos… siempre es posible volver a empezar! Don Juan hablaba del “intento” del guerrero. En El Tarot, el “intento” es conectarnos con  cada arcano  y abrir las puertas sin miedo, hacia el interior. Somos nuestros propios maestros, y nadie como nosotros, puede amarnos y respetarnos tan profundamente. La perfección es el “intento”: seguir permanentemente girando La Rueda y El Universo para no detenernos en el laberinto de la vida y llegar a la Luz.
Galadriel
Aquí les transcribo el bello artículo de Virgina Gawel:

La propuesta es guiarse por lo que Gandhi llamó Satyagraha: “la fuerza de la Verdad”, una firmeza que nace del propio ser y que lleva al bien común (que nos incluye).
“Me odié a mí misma y no fui correspondida” Esto lo escribí yo, sobre mí, hace ya años. Y me impactó el hecho de que esas palabras nacieran desde mi hondura sin pensarlas, como si mi inconsciente me lo quisiera hacer saber desesperadamente. Porque eran ciertas ambas cosas: por un lado, fui saliendo de la adolescencia con un marcado rechazo hacia mi identidad, que se acentuó gracias a que encontré quienes me ayudaran a des- quererme cada vez más, ( y que yo les creyera, claro). Pero, por otro, porque trabajando mucho sobre ello, llegué a darme cuenta de algo esencial: NO de que había desarrollado la autoestima (palabra bastante pobre, porque si te digo “te estimo” no es un “te Amo”). Sucedió que algo dentro de mí, fundamental, constitutivo de mi Núcleo, no coincidía con esa mirada hacia mí. Vi que desde ese lugar en forma natural manaba fácilmente afectuosidad hacia quien yo era, incluyéndome en la misma afectuosidad que en forma sencilla experimentaba hacia todo lo existente: los animales, la Belleza en sus distintas formas, las personas dignas, los menos favorecidos… hacia mis seres queridos y aún hacia la Humanidad toda, como inmensa y confusa familia.
O sea: no se trataba de que yo tuviera que aprender a quererme, sino de que, desde mi propio centro hacia mi conciencia periférica, mi espíritu más profundo me valoraba desde siempre… pero yo no me había dado cuenta! Esa porción del Todo que me habita. Me amaba tal como amaba a todo lo que amaba; por eso no podía corresponder a mi auto- rechazo. Yo sólo tenía que aprender a recibir ese afecto, -tan ajeno al egocentrismo- y ejercer reciprocidad, pues quien se rechaza a sí mismo omite honrar la porción del Todo que le encarna y que necesita de la experiencia humana para desplegarse. Muchos años después supe que en la Psicología Budista a esto se le llama Maitri: la práctica cotidiana de una amistad incondicional con uno mismo-
El auto – rechazo se aprende de varias fuentes: a veces en la crianza, por el desamor de los más cercanos; otra nace o se refuerza a partir de códigos culturales que propician la constante comparación competitiva con personas aparentemente “perfectas”: exitosas, bellas, amadas y felices como las de la publicidad del yogurt light. Y en mi trabajo como terapeuta vi lo mismo que yo había padecida: que entre las más patéticas fuentes de aprendizaje del automaltrato estaban las enseñanzas que deberían ayudarnos a conectar con la Fuente del auto – Amor: los preceptos religiosos mal trasmitidos y los “gurúes” que azotaban psicológicamente en nombre de lo Sagrado (y de su propia afirmación como “seres elevados”). He visto personas preciosas que han tenido que hacer un esfuerzo titánico para dejar de maltratarse en nombre del “crecimiento espiritual”: adiestradas en aborrecer su “imperfección” (y aún sus grandezas!) en base a creencias limitantes arteramente inoculadas… personas mancilladas o abusadas por psicopáticas “autoridades” que les descalificaran en nombre de “aniquilarles el Ego”; o bien gente confundida por confundidos terapeutas de diversa índole (académicos o alternativos), imbuidos de pensamiento mágico o de abofeteantes diagnósticos. Y puesto que si uno se automaltrata lo que encuentra afuera son maltratadores (ya a priori autorizados por nosotros), esas buenas personas suelen pasar por vínculos que se presentan primero como relaciones de Amor, y terminan siendo ponzoñosos en su grado de descalificación, de indiferencia, de reafirmación de este error fundamental: “¿Qué otra cosa merezco yo sino el rechazo?”.
El fin del automaltrato se da cuando uno comienza a ejercer la No – Violencia hacia sí. No – Violencia es algo bien distinto de pusilanimidad o flojera: es una firmeza que nace del propio Ser, y que lleva hacia el bien común (que nos incluye). Gandhi le llamó Satyagraha: “La fuerza de la Verdad” . Y lo que dijo es tan aplicable hacia el mundo externo como hacia el interno: “el primer principio de la acción no violenta consiste en no cooperar con cualquier cosa que sea humillante. Adoptar ese principio obliga a separarse de toda forma de explotación”. También de sí mismo hacia sí mismo, y hacia todo el que colabore con que nos despreciemos. Hagámoslo. Hagámoslo ya.
Revista Uno  Mismo N° 328/ octubre de 2010. Autora Virginia Gawel

Un camino hacia la luz interior: el Tarot (por Maria)

Tarot
Un camino hacia la luz


Podemos Iluminar el camino desde el Tarot
A mayor luz, más sombra se hace más visible



La sombra en nosotros, es un mundo oculto, rico y misterioso que me habita, que me niego a ver y descarto por miedo a que los demás (y principalmente yo mismo) vea. Entonces, sabiendo "quién soy" deje de quererme y haga que los demás no me quieran. La sombra me dice que no puedo aceptarme entero: bueno y malo, luz y sombra ... entonces me resigno a un yo parcial y dividido, a un yo que tiene temor de verse a sí mismo y conocerse.
El Tarot no es adivinación: en cada momento que lo consultamos es quien nos da un tiempo para reflexionar, de mirarse al espejo y reconocerse: “Espejito, espejito: ¿quién es la más bella del reino? … Es que la fea no puede reinar? Tal vez la única manera de reinar, es siendo lo que somos, enteros.

El camino hacia la iluminación de la sombra (Honestidad) debe ser hecho a través de la observación y la instrospección, el análisis de los sueños, la meditación y la mediación de un tercero que nos ayude a vernos desde otro lugar. 
A veces sentimos que la intervención de esta persona nos hace vulnerables y vamos hacia la resistencia: perdemos confianza, abandonamos el camino elegido, nos enfermamos o nos suceden eventos inesperados. Nos sentimos amenazados y vulnerables estando abiertos y expuestos, en oposición a la seguridad de permanecer cerrados. Cuando nuestros demonios logran ser iluminados e integrados, nos proporcionan fuerza y confianza para arriesgarnos a abrir nuestros sentimientos y comenzamos la maravillosa tarea de conocernos. 
El estudio de Tarot nos ayuda en esta senda. 




En el Tarot, los Arcanos La Fuerza y El Ermitaño son  los primeros iluminadores de la sombra. Nos enseñan que todas nuestras partes pueden ser aceptadas, para que emerjan a la conciencia. 
Quien estudia o se lee el Tarot se permite saborear la fuerza física retenida en la coraza muscular escondida en nuestro “animal de poder” y el poder de su negatividad cuando nos ocultamos. Abre así percepción, control y confianza para que la energía alcance el cuerpo, la mente y el espíritu.

El porvenir es tan irrevocable

Como el rígido ayer. No hay una cosa

Que no sea una letra silenciosa.

De la eterna escritura indescifrable

Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja

De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida

Es la senda futura y recorrida

El rigor ha tejido la madeja

No te arredres. La ergástula es oscura,

La firme trama es de incesante hierro

Pero en algún recodo de tu encierro

Puede haber una luz, una hendidura

El camino es fatal como la flecha

Pero en las grietas esta Dios, que acecha
J. L. Borges



14 nov 2010

ARCANOS MAYORES: La casa de Asterión: un cuento de Borges desde el Tarot (por Maria)

La casa de Asterión muestra el viaje hacia nuestra sombra. Desde el Tarot, muestra el segundo septemio del Camino del Héroe. El camino hacia el Sí mismo.

"Todos somos escritores metafísicos porque la metafísica no es una discusión estéril sobre nociones abstractas que escapan a la experiencia, sino un esfuerzo vivo para abarcar por dentro la condición humana en su totalidad"
.J P Sartre

LA CASA DE ASTERIÓN
Jorge Luis Borges

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. 
    Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
    No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. 
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?    
    El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
    -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

El Camino hacia el Laberinto desde La Fuerza hasta la Templanza en "La Casa de Asterión"

Aproximación al Mito del Minotauro
El Rey Minos de Creta, para demostrar que es hijo de Zeus, hace emerger, por medio de Poseidón, un toro blanco para demostrar su poder (El Carro) . Ese toro (el Ego) tenía que ser sacrificado a nombre del Dios del mar, puesto que una vez demostrada la filiación (yo soy Su Majestad), no era necesario. Pero la fingida desmemoria de Minos, que se negaba a matar un objeto tan precioso,  (su máscara) contrarió a Poseidón, el Dios de la Profundidad y el Dios castiga al ego del  Rey haciendo que Pasifae, su esposa, se enamore del toro.
Pasifae pide ayuda a Dédalo y éste hace una vaca de bronce con ruedas mecánicas para que ella, Pasifae, realice la cópula con el animal. De esa unión nace Asterión, el minotauro. Asterión, es pues, “El minotauro del laberinto de Creta, hijo de Pasifae y un toro sagrado de Poseidón”.  Después de consumado el designio de Poseidón, Minos debe encerrar a Asterión, y para esto encarga al artista y arquitecto Dédalo que realice un laberinto del cual sea imposible salir para
ocultar a los ojos de la gente una cosa que llenaba de infamia a él y a su mujer.
Desde ese momento, queda sólo un camino: introducirse en el “laberinto”, que es por un lado el símbolo de la Kábbalah el plano del laberinto (como camino hacia el interior), y por otro, labor – trabajo – intus – en el interior.

Los etimólogos medievales abrieron un abanico semántico: trabajo para salir (si el laborintus es una prisión); trabajo para entrar (si el laborintus es una protección para un tesoro).
El Ermitaño
Si unimos los conceptos con el segundo sendero del Tarot, asociamos el laberinto con El Ermitaño, por su símbolo astrológico Virgo.
Minos y Pasífae, revelan la misma naturaleza astral: Minos, el rey, es fruto de la unión del toro celeste (Zeus) y Europa ("la de amplia visión"); Pasífae, cuyo nombre significa "la que brilla para todos, la que es visible a todos", epíteto asimilable a la luna, es hija de Helios, el sol. Es entonces evidente que sea “la que brilla para todos” quien dé a luz al minotauro quien se convierte en sombra ante la negación de Minos, quien no quiere ver.
El Minotauro es un ser híbrido de dios (toro) y rey (Minos), y desde otra perspectiva, de fiera y hombre. Teniendo en cuenta este origen celeste podemos interpretar la afirmación siguiente contenida en el texto de nuestro relato :
"Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez : arriba, el intrincado sol ; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo"


La Sombra, el minotauro, aguarda silenciosa su redención: nació de la luz, y es su destino volver a ella. Por mandatos ajenos la acorralamos en un intrincado laberinto. Y allí yace a oscuras, guardada por un dragón, que también está a la espera, para convertirse como en el mito de Marduk, en un cielo estrellado.
Cuando El Ermitaño irrumpe en nuestra vida, La Sombra se nos hace cercana, y si tenemos la decisión o el “intento”  de Ver, la reconoceremos. Al menos, a alguna de sus cabezas de Cerbero. El hilo de Ariadna (la muy sagrada) , se convierte aquí en la lámpara – estrella. Somos nosotros la propia Ariadna que decidimos iluminar el laberinto con un hilo mágico y sumergirnos más allá del miedo, al lugar más profundo tras una búsqueda cognoscitiva.   Aquí sembraremos el sendero que más adelante, y tantas veces como necesitemos, podremos volver a transitar.
En los cuentos de hadas el o la protagonista en algún momento se interna en el bosque, y si no se pierde en él, podrá salir renovado y reconocerse.
La Rueda de la Fortuna
Las simbologías nacen de la conexión de dos cosas que se bordean. Se nombra lo que no es. El lenguaje desconecta la distancia para enlazar dos mundos alejados por el azar. Es el hilo de Ariadna buscando la salida del laberinto. El Universo es un laberinto hecho por un arquitecto de la palabra. Es Dédalo quien intenta la unión entre el símbolo y la cosa: Ariadna teje y Dédalo construye. Ambos simbolizan la conexión con lo imposible usando sus manos (Kaf – la palma de la Rueda). Toman el timón para dar una dirección . Los dos unen los puntos de una arquitectura que suaviza el contacto entre las cosas y el lenguaje. El Hado es palabra, nos susurra al oído lo que vinimos a hacer, pero debemos estar dispuestos a escuchar y a obrar en consecuencia. Aquí aparece la acción de Teseo cuyo nombre significa: acción, producir, fuerza. Es nuestra acción la que moldeará el destino en cuanto nos hagamos responsables de nuestros actos.

El Ajuste – La Justicia
La palabra “ajuste” está relacionada con “regular, componer, ajustar, armonía – ajuste de partes.” En el mito, Poseidón ajusta el equilibrio entre la luz y la sombra con la búsqueda del minotauro, la Sombra. Es decir, el centro “justo, exacto” del Tarot, la carta número XI, es la que concreta el equilibrio para una búsqueda más profunda. En algunos Tarot, la Justicia aparece ciega: el laberinto es oscuro, estamos sin el poder de nuestros ojos corporales porque lo que debemos ver es interno. Sólo la lámpara del Ermitaño puede guiarnos en la oscuridad.  Ahora podemos permitirnos “ver – vernos” de otra manera: estamos listos para bucear en las profundidades como Teseo para liberarnos – liberar al “monstruo”, incorporarlo a la luminosidad  porque está en espera. El miedo es nuestro, no de la Sombra. El miedo es poner a la luz algo que ocultamos hace mucho tiempo, y que por olvidado, nos parece monstruoso.
El Colgado
    “El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.”
Cada uno de nosotros es único con su cielo y con su infierno, con su gozo y con su dolor. Sólo uno mismo, desde la más profunda quietud, puede entender su dolor y transmutarlo en aprendizaje mudo, sin siquiera hacer nada por trasmitirlo. Cuando entendemos nuestra soledad y la de todos, y la amamos, y la respetamos en el silencio total de la luz interna y la oscuridad de la noche, somos uno y somos todos: El Ermitaño en su camino interminable, estamos con la fiera que nos acompaña y lo aceptamos; somos La Fuerza, sabemos que, más allá de nosotros, la Rueda de la Vida sigue girando y en tanto podamos fluir en su devenir constante, creceremos en equilibrio, e iremos siendo quienes entendamos el Ajuste del karma y del dharma. En ese respeto interior en el que comprendemos que cada uno tiene un camino irrepetible y único, estamos solos: somos El Colgado.
La Muerte
“Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras”
El nueve, el número mágico y perfecto de los alquímicos, nos da el tiempo exacto: el tiempo del intento, el tiempo de ver y de dejar atrás todos aquellos apegos emocionales que en algún momento, nos dieron seguridad: el poder sobre otros, la juventud y la atracción, las creencias dogmáticas, el enamoramiento para salir de la soledad, el miedo, la pasión… Ha llegado La Muerte para contactarnos con el Sí Mismo. Los cadáveres de nuestro pasado nos ayudarán a encontrar el camino hacia la Verdad.
La Templanza – El Arte
, “Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo? “   
Toro y hombre, león y águila, hombre y caballo, todos en uno, fundidos en el fuego interior, serán los que unidos se liberen. Es seguro que, desde lo que somos, escarbando y hundiéndonos en las profundidades, encontraremos la piedra oculta, el único diamante, lo puliremos a nuestra forma, tendrá un único brillo y será diferente a todos: será perfecto. “Lo que la naturaleza deja imperfecto, lo perfecciona el Arte”. En la muerte encontramos la Vida, en el Miedo, la Fortaleza, en el Dolor la alegría de las pequeñas cosas, de la Sombra, la Luz. Por eso, la Sombra aguarda silenciosa su redención en Luz. Un día lejano del pasado, la condenamos a un oscuro laberinto. Ahora es tiempo de buscarla y redimirla. Los contrarios se fundirán en el crisol que templa los más duros metales, y de allí saldrá la Obra Perfecta.